Rishikesh: la capital mundial del yoga

A los pies del Himalaya y partida en dos por el río Ganges, esta ciudad sagrada del estado de Uttarakhand a la que los Beatles pusieron en el mapa, es uno de los rincones más especiales de la India donde empaparse de espiritualidad. Un centro de peregrinación hinduista que, desde tiempo inmemorial, atrae a sabios, santos, gurús y rastreadores de sabiduría.

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Todos los aviones que llegan a la India deberían aterrizar en Rishikesh. A menos de una hora de Delhi, rumbo al noreste, esta ciudad del distrito de Dehradun es la entrada más serena al caos que impera en el vibrante subcontinente indio. Un lugar en el que entrever la amalgama de religiones, castas, lenguas y tradiciones que forman la India sin perder el norte. Ni las ganas de ver más. En Rishikesh es fácil sentirse cómodo, y, además, casi todo el mundo sabe inglés. Habrá quien diga que esto le resta interés genuino. O que carece de la magia dorada que caracteriza a Benarés. No importa. El entorno es incomparable: las imponentes montañas del Himalaya precipitándose en el salvaje y sagrado Ganges, rodeado de esa bruma, entre mágica y tóxica, que confiere a la escena un halo de película. Por un momento, dudas: ¿la “Ciudad del Divino” es real? Sí, lo es. Y tan exótica, lejana y misteriosa como esperabas.

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El misticismo del Ganges

Es incuestionable: estás en la India. Torrentes de rickshaws, motos y autobuses, ir y venir de gente, vacas esqueléticas sin dueño, mujeres de saris rojos, azules y amarillos, puestecillos de vendedores de cocos y rebanadas de piña, ancianos de rostro noble… Un verdadero despropósito donde sorprendentemente fluye la armonía. Es la magia de este lugar. Hueles a incienso por todas partes. Respiras paz. Y cuando ves grupos de indios lavando sus inmensos saris en el Ganges o la estatua azul de Lord Shiva presidiendo los rituales al caer el sol, empiezas a entender por qué hace tantos siglos que sabios, santos, yoguis y peregrinos vienen hasta aquí. Unos, a hacer penitencia. Otros, a desconectar.

La estatua de Lord Shiva en Rishikesh (India) es uno de los monumentos más altos del mundo, con 38 metros de altura. Para la religión hindú, Shiva es el Gran Dios, encargado de destruir el mundo para que el ciclo de la vida vuelva a comenzar. La estatua está construida en medio de una explanada destinada a la oración, con capacidad para hasta 50.000 personas.

El gurú más conocido es el del Maharishi Mahesh, el gurú al que visitaron los Beatles en el invierno de 1968 para iniciarse en la meditación trascendental. Hoy, aunque la selva se come el ashram a bocados, se puede pasear entre sus 80 garitas de meditación y algunos edificios del antiguo poblado. Uno de ellos tiene un impresionante grafitti de los cuatro de Liverpool junto al yogui.

Uno de los pasajes más recordados de la historia del cuarteto de Liverpool es su encuentro con el Maharishi y como después de un retiro con él, le perdieron la fe. La relación entre el maestro y The Beatles duró varios años. En 1967 se encontraban en un retiro en Bangor cuando se enteraron que su manager Brian Epstein había fallecido. Ellos mismos dijeron que las enseñanzas de la meditación transcendental les habían ayudado a superar esta pérdida y darse cuenta que “Brian únicamente había pasado a la siguiente fase”.

En febrero de 1968 Lennon, Harrison y sus esposas se fueron a Rishikesh en India. Paul y Ringo llegarían unos días más tarde para todos juntos asistir al retiro espiritual en la casa del Maharishi Mahesh Yogi. En el grupo también se encontraba Mike Love de los Beach Boys, Donovan y la actriz Mia Farrow. El retiro iba viento en popa, el grupo escribía un par de rolas inspirados en esa experiencia.

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Todo acabó cuando la gente empezó a hablar de ciertas propuestas indecorosas del Maharishi hacia Mia Farrow y otras. The Beatles también empezaron a cuestionarse las intenciones del gurú con respecto a su carrera y cuentas bancarias. Harrisson y McCartney mencionaron años después que los rumores de Mia eran falsos. Ellos mismos dijeron que esa historia fue fabricada por un amigo de Lennon, Magic Alex, que creía que el Maharishi estaba tomando demasiada influencia en el grupo. El Maharishi nunca habló en público acerca del cuarteto después del altercado. Un articulo del Times of India señaló que el gurú culpo a las drogas por su separación con los británicos.

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Paseos, vistas y adrenalina

Callejear por Rishikesh es placentero. Se alternan tiendecitas de libros, medicinas ayurvédicas (tanto artesanales como de la recomendable marca Himalayan), pashminas, piedras y artesanías. Hay puestos de frutas y verduras, de patatas fritas y palomitas. Y muchas cafeterías con vistas al río en las que comer samosas, cheese nan o un daal bien especiado. Aquí solo se consume comida vegetariana y está prohibido el alcohol; por algo es una ciudad sagrada. Los locales saludan con un “Hari Om”, las vacas pasean tranquilas. Solo hay que tener cuidado con los monos, que se lanzan despiadados sobre la comida.

Dos puentes colgantes atraviesan el Ganges: el Lakshman Jhula, levantado en 1939, y el Ram Jhula, más reciente. Desde ellos, la vista al templo Trayambakeshwarel es espectacular: un imponente edificio de trece pisos, cuya arquitectura, entre hortera y fascinante, acoge cada día decenas de peregrinos y escolares que, cubiertos con sus chubasqueros de colores en época del monzón, parecen rieles de hormigas multicolores.

También el trekking es una actividad estrella entre sesión y sesión de yoga. Para ello están los múltiples bosques de robles y rododendros, de cedros y pinos. Una bonita excursión de doce kilómetros por el monte conduce al templo de Siva (llamado Neelkhant Mahader). Y otra lleva a unos fabulosos saltos de agua desde la cercana localidad de Badrinath.

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De marzo a septiembre también puedes ver gente haciendo rafting o kayak en el río. Olvida la imagen del Ganges como uno de los ríos más sucios del planeta. Aquí, bajo los Himalayas, a 200 kilómetros de su nacimiento, el río es azul, salvaje, hermosamente estruendoso y perfecto para descargar adrenalina. Para los que prefieran adentrarse en la naturaleza, hay varias rutas de trekking para descubrir la India más rural o subir al nacimiento del Ganges, en el glaciar Gangotri.

Rishikesh es un buen punto de partida para una de las excursiones más codiciadas del mundo: la que conduce al nacimiento del río sagrado, allí donde fluye salvaje y desbocado, alejado de las imágenes que normalmente se tienen de él. Para llegar hay que tomar un autobús hasta el santuario del glaciar Gangotri, desde donde se inicia a pie la peregrinación hasta Gomukh, el lugar en el que se encuentran las fuentes. El trayecto, de unas 12 horas, puede dividirse en dos días, con posibilidad de acampar en las montañas.

 

 

 

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